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Alemán

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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ya el agua cubre

mi pecho

el cieno blando succiona

fangosamente mis pies,

los escollos se inclinan

sobre mí...

que grites, grita

antes de transformarte tú en piedra,

libérate gritando de la inmovilidad...

agarrad, manos,

agarrad el anillo

que parece ser la salvación...

¿fui yo,

fue otra mano,

que me alzó sobre seguras tablas?

Tan firme quedándome parado

debajo blancas, arqueadas

fuertes velas

que se tienden

poderosamente al viento,

placenteramente

reflejándose

en el suave mar tendido,

el que parte vigorosamente

una proa orgullosa...

ya muy allá

agarra el olvido

la costa negra,

ahora siempre derecho en la luz

hacia adelante solamente...

pero nadie se acerca

a saludar al nuevo huésped,

que sí, son hombres,

pasando a través de mí,

hablan al aire solamente

y sus voces

se dispersan lejos

al vacío,

que absorbe

al barco con su tripulación...

recién oculto

levanta un monstruo sus garras
allá, donde también el cielo

se hunde en el mar,

diabólicamente le arranca
el silencio celeste,
iza despedazados pabellones negros

horrorosamente delante del sol

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